Sunday, July 14, 2013

El libro de la semana: Señorita Vodka, de Susana Iglesias

 A ver, partamos con lo que escribe Luis Bugarini:

Realismo sucio femenino y relato de sesgo erótico sin eufemismos delicatessen, denuncia urbana desde una cuenca petrificada y asimismo novela negra lateral, Señorita es un diagnóstico descarnado sobre la condición anímica de una sociedad que estando en lo más hondo del abismo, lo sigue buscando. - See more at: http://asidero.nexos.com.mx/?p=2019#sthash.fbd4k9qY.dpuf

El problema, es que la novela de Iglesias no es ni realismo sucio ni diagnóstico. Es un hermoso cuento de hadas, una historia que busca el quiebre, sorprender y quebrar, pero que consigue enternecernos profundamente con la búsqueda romántica (un poco demasiado) de nuestra protagonista.

Hace mucho que la gente escribe y hace un poco menos que la gente que escribe, escribe sobre ella misma. Señorita Vodka es un Bildungsroman, trata de la vida de alguien que no la tiene tan fácil (pero tampoco tan difícil) y que quiere escribir. Y al final, por supuesto, lo logra. "Tuve una certeza en ese momento", concluye la narradora. Pues bien, la certeza única que queda en esta novela --después que el amor ya no es posible, que el sexo ha dejado de ser amable--, es la literatura misma. No deja de ser curioso: puro realismo al final, la certeza de la ausencia.

Cito de la página 15: "Como escritora, puedo mejorar mis historias". Sí, las historias siempre pueden ser mejores y uno extraña eso en esta novela: mejores historias. Porque, para que nos inventamos historias: la novela de Iglesias está un poco tarde; es linda pero demasiado tierna, le falta fuerza y no nos puede impactar aunque eso quieran los editores. Sexo, drogas, rock and roll. Lo siento. Ya pasó. Mujeres que se hacen cargo, que deciden, que son las que mandan. Sí. Y qué. El asunto no está ahí, dijo alguna vez Bukowski. Señorita Vodka, que se emborracha con ocho vodkas, busca un quiebre que no puede lograr. Dice en algún momento (página 62) que no puede evitar enamorarse de hombres de ojos tristes. Y quizá tenga razón. Que toda la novela quiere ser un enamoramiento de hombres y mujeres de tristes ojos. 

No aburriré más. ¿Merece la novela ser leída? No. "todos tenemos lo que merecemos" (página 133). Linda frase que explica lo que en el fondo somos como lectores y como críticos. Porque el asunto es que uno no se puede enamorar de la señorita vodka. Y, ¿para qué leer una novela si no eres capaz de enamorarte de su protagonista? Pero la seguiré leyendo, pues a pesar de su afán de choquear, de su intento medio infantil de ser dura y sorprender, hay una verdadera dureza en estas palabras un vacío y una duda infinita que promete. Pero que está en deuda.





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