Todos
tenemos nuestras obsesiones. Algunos no podemos vivir sin saber lo que sucede a
esta hora en Myanmar; otros se preocupan de la cantidad exacta de lípidos y
calorías que consumen; y hay quienes luchan incesantemente por una causa, a tal
punto que esta deja de tener sentido en sí y se convierte en otra cosa (en una
metáfora dirán algunos; es psicosomático, dirán otros). Tryno Maldonado está
obsesionado con leones. Y esa es una buena obsesión, al menos en su caso.
Porque los leones son un modo de escribir otra obsesión que late todo el tiempo
en su escritura: la de la posibilidad de una revolución estética y política (y,
digamos desde ya, que ninguna de las dos puede tener éxito; solo logros
parciales y esporádicos).
La
primera novela de Maldonado fue un intento por acercarse a y reírse de los
escritores del Crack. ¿Qué ellos escriben esas novelas no latinoamericanas
situadas en el corazón de Europa en tiempos duros? Viena roja lo hacía liviana (que no es lo mismo que light) y
entretenidamente. Como un partido de fútbol que se juega con gracia y con un
par de habilidosas jugadas; aunque sin tener en la cancha a Messi o a la
selección española.
Temporada de caza para el león negro fue otra cosa. Fue el escritor
que de pronto se dio cuenta que su literatura sí era posible y que había un
sentido (que es siempre una búsqueda) en ella. Un sentido en la forma, en romperla,
en revolucionarla aún sabiendo demasiado bien que no había nada de original en
ello, pues se parte de la certeza que
todo ya ha sido hecho. Así y todo, con su boutade neo-vanguardista, su exceso
coprolálico y velocidad postmo, Temporada
fue un fresco fresco en y de la realidad literatura latinoamericana. Entre
tanto y por mientras, Tryno editó y antologó una de las colecciones de relatos
de autores mexicanos más chidos, la edición y la selección. Grandes Hits, con todas sus necesarias
faltas, ausencias y excesos, es ya un referente ineludible en cualquier trabajo
y reflexión sobre narrativa actual .mex y .lat.
Pero
estábamos hablando de las obsesiones de Maldonado. Los leones. Teoría de las catástrofes está asediado
por leones: los de origami de Davendra, el niño con Asperger, un genio; los
leones que luchan en el movimiento social oaxaqueño, los leones internos de
Anselmo y Mariana; y los más terribles de todos los leones, los que pertenecen
a los militares—el personaje del Comandante está a la altura (o a la bajeza
debiéramos decir) de otros grande (o bajos) de la literatura: el Marlow de la
selva, el abogado a cargo de Lisbeth Salander… Sí, la novela ruge de varios
modos; a ratos flaquea y pareciera que se va a quebrar, pero logra mantenerse y
continúa. Maldonado es una voz narrativa latinoamericana, no una promesa ni
nada de eso, ya es una voz. Lo cual es mucho.
Teoría
de las catástrofes se inserta en una incipiente corriente de narrativa que no es solo
mexicana o latinoamericana, sino que es auténticamente global—lo cual o hace ni
más ni menos de ella, pero da cuenta de una realidad de procesos económicos y
culturales y sociales de los últimos años. Teoría
es una novela de movimiento social.
Prefiero el uso del singular, a pesar que la categoría no se refiera a un
movimiento en particular (aunque evidentemente la novela, cada novela, suela
hacerlo); pues el carácter abstracto nos permite lograr un mayor alcance, una
mayor apertura.. Así como en la historia latinoamericana se ha hablado de la
novela de la Revolución (mexicana); de la novela del Dictador (latinoamericano
con algunas concesiones españolas); nos corresponde ahora declarar y describir
esta imaginación que está adquiriendo literal (y virtual) textualidad de Oaxaca
a Puerto Frío, de Algeciras a Estambul, y de Cochabamba a Ulan Batoor; la
novela de movimiento social no se afilia a una posición política determinada ni
profesa una línea estética única (aunque sus armas suelen tender al realismo).
No es, para nada, apologética de este (repito: cuando digo uno quiero decir
múltiples); pero, quizás sin pretenderlo, pasa a conformar parte del mismo; con
todas sus contradicciones y aporías contribuye a él. No me corresponde aquí trazar una genealogía
de la novela de movimiento social o intentar una caracterización más detallada o advertir qué novelas ya
forman parte de esta velocidad de nuestros tiempos). Teoría de las catástrofes es la historia de un levantamiento de
maestros en la ciudad de Oaxaca quienes apoyados por diversos sectores sociales
y grupos de variadas posturas políticas, pone por un momento en jaque el
funcionamiento normal del Estado. Como graffitean unos de los personajes: Aquí
comienza la revolución. Es la narración de ese momento, de sus triunfos
parciales y sus derrotas momentáneas. Toda relación y correspondencia con la
realidad no es una casualidad; la novela está dedicada a quienes lo vivieron. Y
es también la historia de Anselmo y Mariana; profesores no sindicalizados, de
su paulatino (en un caso), involuntario (en el otro)involucramiento con el
movimiento. Y de los personajes que los rodean. Guerrilleros que han devenido cocineros pero
siguen cocinando con el revólver; chicos fresas que reniegan de sus familias y
pagan el precio que toda apuesta radical conlleva… Sí, es verdad que hay algo
de estereotipos en estos personajes. El pasaje en que Anselmo se convierte en
un Casanova de ocasión, es risible y poco verosímil. El narrador, como jugador
bueno para la pelota, se engolosina en las escenas de acción. Demasiada acción
mata la acción. Pero hay mucho que
contrarresta esas faltas. Como dicho el Comandante resulta sobrecogedor y
aterrador: breve mínimo, preciso, sus movimientos y palabras parecen dirigirse
al mismo lugar pero en realidad están yendo en direcciones opuestas, apuntando
a universos distintos. Y los leones. En Temporada
se nos repetía un extraño sueño
donde un personaje iba obsesivamente al África a cazar leones negros. Aquí,
Devendra construye obsesivamente leones de origami y se rodea de todo lo que
tenga que ver con leones. ¿Metáfora de la revolución fracasando? ¿De la
incapacidad de comunicarse? ¿de la fuerza solo aparente del movimiento, que
parece león pero que en realidad no es más que papel…? ¿O más bien una
reflexión sobre los literales dobleces y quiebres que tiene la palabra para
hablar del presente y contribuir a construir, así, el futuro?
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